La
conferencia es un medio de expresión oral que se caracteriza por la
unilateralidad de la comunicación, puesto que de una parte hay un sujeto que
habla y de la otra varios sujetos que escuchan. En este caso el propósito que
se persigue es siempre aumentar los conocimientos o la comprensión del
auditorio hacia un área determinada del saber.
La conferencia es un género que proporciona
al orador la ocasión de ser brillante, de seducir, de cautivar al auditorio,
sobre todo si el tema desarrollado no es árido. Es la oportunidad de advertir
que la conferencia, por su calidad científica, artística, etc., es a veces
leída, responsabilizándose el conferenciante por todo lo que dice. En este caso
el conferenciante lee no por falta de confianza en sí mismo, y la prueba reside
en que a veces, antes de comenzar la verdadera conferencia, el orador improvisa
unas cuantas palabras para agradecer la presentación, saludar al auditorio,
anticipar el tema de la conferencia, etc. Se lee porque la calidad del texto lo
exige. Además, todo dependerá del modo de leerla, porque hay conferenciantes
que aunque leen, lo hacen de tal modo, con tal modulación en las palabras y en
las frases, que parece que están improvisando.
• DURACIÓN
La
conferencia no debe exceder de una hora de duración, a menos que el conferenciante
posea un talento excepcional y que el tema tenga además una relevancia
singular.
Cualquiera de nosotros puede recordar
deliciosos conferenciantes de treinta minutos o tres cuartos de hora de
duración, que nos han dejado con ganas de seguirlos escuchando. Y no olvidamos
otras disertaciones interminables, en las que parece que el orador va a
concluir cuando realiza una pausa y resulta que no es así, que continúa sin
mirar el reloj, martirizando a los oyentes que no abandonan la sala por un
sentido de consideración humana o por un principio de elemental delicadeza.
Una buena práctica será que el disertante
coloque sobre la mesa su reloj para controlar la duración de la conferencia,
teniendo cuidado de consultarlo continuamente con toda discreción, calculando terminar
la exposición en el tiempo previsto. Es una pésima costumbre prolongar el
tiempo, reteniendo al público más allá de la hora prefijada. Si hemos prometido
o se nos ha permitido hablar durante 30 minutos, debemos entender que el
público ha calculado que su atención debe emplearse sólo durante 30 minutos.
• CONTROLES
PREVIOS
El
conferenciante, antes de iniciar su disertación, deberá controlar puntos de
gran importancia, para el éxito de la comunicación, como los siguientes:
- Condiciones físicas del local.
- Disposición del auditorio.
- Atuendo.
Condiciones físicas del local
Quienes
tengan la responsabilidad de organizar una conferencia deben preocuparse —y el
orador cerciorarse por sí mismo— de que:
- La sala de conferencias sea amplia y capaz de contener más personas que el número previsto de participantes y oyentes.
- Si a la conferencia han sido invitados periodistas, se prepare una mesa para ellos con los asientos correspondientes y la indicación de que la mesa es para la” prensa”.
- La aireación y la luz sean suficientes.
- Haya asientos en cantidad suficiente.
- Haya un micrófono, si las condiciones acústicas del local lo requieren, y un técnico en sonido durante toda la duración de la conferencia.
- La sala no tenga teléfono y esté aislada de rumores externos.
- Haya jarra de agua y vasos a disposición del conferenciante y de los miembros de la presidencia.
Disposición del auditorio
Es la
ocasión de señalar que el buen conferenciante debe hablar de pie y no sentado.
No se trata solamente de la deferencia hacia el público, sino que esto
representa una verdadera ventaja para disponer de más libertad de movimiento.
Los
oyentes deben estar situados en posición tal que puedan ver y oír con claridad
al conferenciante. Su colocación en la sala debe estar dispuesta en forma que
no obligue al emisor a hacer esfuerzos vocales extraordinarios, para ser oído
por todos.
Las
figuras que se insertan ilustran sobre las mejores formas de disposición de los
oyentes y del conferenciante, a los efectos de lograr una comunicación más
eficaz.
Atuendo
Aunque
el conferenciante no expresa su personalidad con la corbata que usa sino con
su palabra, como ha dicho alguien, su atuendo es de todos modos importante y
debe estar siempre normado por la discreción.
Para enfrentarse con el público hay que dar
ejemplo de orden y de organización.
La ropa que debe usar dependerá de si la conferencia se pronuncia en un en un local abierto o en un espacio cerrado. La puntualidad en el conferenciante es también parte esencial de la expresión de su personalidad.
La ropa que debe usar dependerá de si la conferencia se pronuncia en un en un local abierto o en un espacio cerrado. La puntualidad en el conferenciante es también parte esencial de la expresión de su personalidad.
• PRESENTACIÓN DEL CONFERENCISTA
Quien
actúe como presidente de la conferencia, deberá comenzarla a la hora indicada,
agradeciendo brevemente al auditorio su asistencia, para proceder seguidamente
a la presentación del conferenciante.
Cuando se presenta al orador debe
contribuirse a que éste sea aceptado por el público. Ha de facilitarse por
tanto al conferenciante la tarea de captar la atención del auditorio
estableciendo una relación amistosa entre ellos. Aunque debe ser breve, la
presentación es importante y no debe descuidarse. A continuación señalamos
algunas pautas y guías que conducen al éxito de una presentación.
Cómo despertar interés en el auditorio
El
interés del auditorio sobre el conferenciante y el tema se logra contestando a
preguntas que len los mismos oyentes:
- ¿Quién es él? Si el orador no es conocido debe darse su nombre, pronunciando correctamente, al inicio de la presentación y al finalizarla.
- ¿De dónde viene? Teniendo en cuenta que los auditorios son generalmente curiosos, ha de señalarse la procedencia del orador y su residencia habitual, si no es conocido.
- ¿Qué títulos posee para hablar sobre el asunto? Conviene destacar las calificaciones del conferenciante, sus antecedentes académicos, experiencias y obras, así como cualquier circunstancia interesante de su vida.
- ¿Por qué debemos escucharle? Debe subrayarse la importancia del tema, vinculándolo a los intereses del auditorio.
Lo que el presentante debe
hacer
Se
han señalado las siguientes reglas:
Ser breve. El público acude a la
conferencia para oír al orador, no al presentante.
Emplear el humor sólo si conviene a la ocasión, si es de buen gusto y tiende a crear una atmósfera amable.
Adaptar la índole de la introducción al tono de la conferencia.
Ser sinceramente entusiasta, pero sin exagerar la nota.
Exponer el tema a desarrollar de forma correcta.
Verificar con el orador de la presentación que piensa hacerle.
Emplear el humor sólo si conviene a la ocasión, si es de buen gusto y tiende a crear una atmósfera amable.
Adaptar la índole de la introducción al tono de la conferencia.
Ser sinceramente entusiasta, pero sin exagerar la nota.
Exponer el tema a desarrollar de forma correcta.
Verificar con el orador de la presentación que piensa hacerle.
Lo que el presentante no debe
hacer
Las
normas que se exponen ayudarán a que el presentante no incurra en errores, que
pueden frustrar incluso los propósitos de la conferencia:
1.
Hablar de sí mismo.
2. Insistir en lo excelente que es el
orador. Es éste quien tendrá que demostrarlo con su actuación.
3. Exponer sus propios puntos de vista
sobre el tema a desarrollar.
4. Referir anécdotas embarazosas sobre el
conferenciante o hacer humor a expensas del mismo.
5. Poner al orador en situación incómoda
con un elaborado y exagerado encumbramiento.
• FASES DE LA CONFERENCIA
En el
desarrollo de una conferencia, cualquiera que sea el tema tratado, pueden
advertirse fases que resumimos del siguiente modo:
1. Es preciso suscitar el interés del auditorio desde que se formule la primera proposición. Alguien ha sugerido con muy buen juicio que el oyente está casi siempre como a disgusto en la espera del conferenciante. De ahí que sea tan importante cambiar esa actitud del receptor desde el primer instante, con alguna frase ingeniosa que excite su atención y despierte su interés.
2. Pasada la primera impresión y aun
cuando a través del exordio se logre despertar curiosidad en el auditorio, será
necesario tender un puente entre éste y el conferenciante. Esto se logra
diciendo algo que corresponda a los intereses de los oyentes, que los afecte,
que les importe de manera vital.
3. Después que se logre excitar la
atención del auditorio y satisfacer determinadas exigencias de sus intereses
específicos, debe pasarse a la exposición de numerosos y atinentes ejemplos,
porque los oyentes están ansiosos de oír los mismos conceptos siempre que estén
vestidos con otras palabras. Ha de tenerse muy en cuenta, sin embargo, que los
ejemplos deben ser corrientes, verosímiles, nunca forzados, tratando de que
correspondan con la mayor exactitud a los conceptos generales que se hayan
expuesto.
4. La última parte de la conferencia no
debe ceñirse a unas corteses palabras de despedida, sino que en esta fase final
deben sentarse las conclusiones de cuanto se ha expuesto, a través de un
desarrollo preciso, concluyendo con una exhortación al auditorio para que lleve
a cabo alguna acción específica, que será como invitarlo a que haga el mejor
uso de lo que se le ha transmitido.
• LA EXPRESIÓN DEL CONFERENCISTA
Una conferencia
para que llene cumplidamente sus propósitos y se traduzca en una eficaz
comunicación debe cumplir algunos requisitos en su expresión oral, de los que
señalamos como principales los siguientes:
1. Claridad,
que en realidad no es un medio de expresión, sino un fin que ha de perseguirse
siempre.
Habrá
claridad cuando al lenguaje que se emplee pueda atribuírsele un significado
fácilmente comprensible.
Huir de los términos equívocos y ambiguos es esencial para que el lenguaje llegue adecuadamente a los receptores. La claridad ha de referirse, obviamente, tanto al lenguaje empleado como a los conceptos emitidos.
Huir de los términos equívocos y ambiguos es esencial para que el lenguaje llegue adecuadamente a los receptores. La claridad ha de referirse, obviamente, tanto al lenguaje empleado como a los conceptos emitidos.
2.
Lenguaje
apropiado, que ha de ser necesariamente sincero y sencillo. Una expresión
es correcta cuando su forma está aprobada por la gramática pero en el caso de
una conferencia se requiere algo más, esto es, que los vocablos empleados
correspondan a las preferencias de los oyentes, ya que éstos por lo general
gustan de los giros llenos de colorido y de las expresiones pintorescas.
3.
Ausencia de retórica inútil, porque todo lo que sean disquisiciones abstractas y uso de expresiones
que no constituyan estrictamente partes integrantes de la forma, encubren el
verdadero pensamiento y restan sinceridad al lenguaje hablado.
4.
Abandono de los superlativos, porque estos constituyen una hojarasca inútil, que va incluso en
detrimento de la claridad. Para enfatizar una afirmación basta con usar
argumentos sólidos y ejemplos apropiados.
5.
Eliminación de las expresiones
convencionales y vagas, porque en el primer caso, el
oyente, cuando percibe una frase de este tipo, experimenta la sensación de que
el orador no tiene nada que decir y se está valiendo de un relleno; en el
segundo caso, porque cuando no se encuentra la frase apropiada, en vez de usar
una perífrasis, es preferible acudir a un ejemplo.
6.
Evitar repeticiones, porque éstas no agregan nada a la exposición y en cambio, le restan
elegancia. Para enfatizar una idea o concepto pueden repetirse si pareciere
oportuno, pero sin necesidad de que el conferenciante apele a la manida expresión
de “como decíamos antes”, que revela
además un pésimo gusto.
7.
Huir del titubeo, que puede aparecer sobre todo en la conferencia improvisada. En este
caso el conferenciante debe acudir a los períodos breves que le permitirán
expresarse en forma gramaticalmente correcta.
8.
Emplear términos de uso común, sin que ello signifique en modo alguno que deba usarse un lenguaje
vulgar y mediocre. Por el contrario, aunque la expresión sea corriente y al
alcance por tanto de cada uno de los oyentes, deberá revestir la espontaneidad
y gracia necesarias para mantener la atención de éstos y lograr su comprensión.
9. Concretar los términos, en evitación de que estos puedan resultar vagos y abstractos, en
perjuicio de la claridad y, por consiguiente, de una efectiva comunicación.
mmmm
ResponderEliminarMuy bien, gracias.
ResponderEliminarInteresante el tema sobre Las técnicas de la comunicación en conferencias es un progreso en el ares del conocimiento de la comunicación social ...
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